martes, 24 de julio de 2012

Ofensa




Me siento mal. Alguien ha tratado de mermar mi autoestima con palabras desagradables e injuriosas. Han tratado de hacer que me bajara de lo alto de mi orgullo para que se suspendieran mis humos. Con una voz atronadora y humillante me vino a incordiar a mi puesto de trabajo para decirme lo que tenía que hacer y si no podía perder una clientela que tengo desde hace más de quince años. Me sentí fatal, no daba crédito a que eso me estuviera ocurriendo a mí. No quiero dar nombres ni lugares ni hechos, sólo decir que me siento mal y también pienso que esta persona trabaja en la banca y tal vez ella reciba cada día mensajes funestos sobre su trabajo que los sienta como una amenaza. Entonces, esto me hace sentir pena por ella, También pienso que si ella me ofrece un espejo en el que verme me pregunto si yo me comporto así con determinadas personas: amenazante, radical, cerrando las vías posibles de distintas maneras de dialogar para encontrar soluciones. Nos ponemos radicales y no sabemos empezar de nuevo. No sé con qué cara miraré a esta estúpida señora el próximo día cuando vaya a entregarle la mercancía. Tendré que armarme de valor y mirarla como si no hubiera pasado nada o hablar con el director de su banco para contarle que no estoy dispuesta a soportar este comportamiento sobre mi persona. Esto ocurrió ayer y en el momento que me pasó yo me quedé como si no me hubiera afectado, pero a medida que transcurría el día cada vez iba haciendo una mella más fuerte en mi ánimo. Lo tuve que contar a varias personas, que así es como yo me deshago de mis conflictos y me desahogo. Al llegar la tarde comenzaron a aflorar recuerdos tristes y rompí a llorar con desconsuelo. Hoy se lo he vuelto a contar a más gente y he decidido escribirlo aquí, para rematar. Ahora mismo me siento como aquella vez que una amiga me dijo que se había morreado con el chico que a mí me gustaba y con el que yo mantenía una relación platónica. Cuando me lo dijo me quedé estupefacta, sin saber qué sentir ni qué pensar. A medida que pasaba el tiempo la consideré una hijaputa, alguien que no respetaba nuestra relación de amistad ni mi ingenuidad para creer en los sentimientos del ser humano. 
Con esta persona me ocurre lo mismo. Tengo muchas ganas de perder mi relación laboral con ella y si Dios quiere pronto va a ocurrir tan maravilloso acontecimiento

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