jueves, 3 de abril de 2014

SI LO HICE MAL O BIEN



Después de todos estos años sin saber de ti apareces y me cuentas que no sabes si hiciste bien o mal, pero que siempre quisiste ser mi amigo. Y yo te digo que te portaste mal, pero te lo digo aquí, refugiándome en el anonimato, porque realmente yo también permití que me hicieras ese daño, prolongué en el tiempo la agonía de aquel amor y viví un duelo muy triste, espantoso. Para que lo sepas, te hago que te preguntes lo siguiente: ¿Qué te parece si yo tuviera problemas con el alcohol y tú me dijeras que si no lo dejabas que no podríamos continuar, porque eras agresivo, irascible, celópata, obsesivo, controlador y como consecuencia de ello al no poder yo dejar esa adicción o ponerme a tratamiento, pues buscara otra persona para liarme con ella y te dejara ahí, con tus "consejos" de abandonar el alcohol y me fuera a pasármelo genial con una nueva relación que no tiene ni idea de ese problema que tengo, aunque tarde o temprano lo acabará descubriendo como yo lo hice?
Lo pasé mal, mal, lloraba sin parar, a veces tenía que salirme de donde estaba con gente porque las lágrimas afloraban en mis ojos y me torturaban. Tal vez quiero parecer demasiado fuerte, demasiado entera y la sensibilidad me traiciona. Tú estabas de rositas con la nueva compañera y yo triste y apesadumbrada creyendo que había perdido al amor de mi vida.

Eso dejé que me hicieras y eso me hice.

martes, 24 de julio de 2012

Ofensa




Me siento mal. Alguien ha tratado de mermar mi autoestima con palabras desagradables e injuriosas. Han tratado de hacer que me bajara de lo alto de mi orgullo para que se suspendieran mis humos. Con una voz atronadora y humillante me vino a incordiar a mi puesto de trabajo para decirme lo que tenía que hacer y si no podía perder una clientela que tengo desde hace más de quince años. Me sentí fatal, no daba crédito a que eso me estuviera ocurriendo a mí. No quiero dar nombres ni lugares ni hechos, sólo decir que me siento mal y también pienso que esta persona trabaja en la banca y tal vez ella reciba cada día mensajes funestos sobre su trabajo que los sienta como una amenaza. Entonces, esto me hace sentir pena por ella, También pienso que si ella me ofrece un espejo en el que verme me pregunto si yo me comporto así con determinadas personas: amenazante, radical, cerrando las vías posibles de distintas maneras de dialogar para encontrar soluciones. Nos ponemos radicales y no sabemos empezar de nuevo. No sé con qué cara miraré a esta estúpida señora el próximo día cuando vaya a entregarle la mercancía. Tendré que armarme de valor y mirarla como si no hubiera pasado nada o hablar con el director de su banco para contarle que no estoy dispuesta a soportar este comportamiento sobre mi persona. Esto ocurrió ayer y en el momento que me pasó yo me quedé como si no me hubiera afectado, pero a medida que transcurría el día cada vez iba haciendo una mella más fuerte en mi ánimo. Lo tuve que contar a varias personas, que así es como yo me deshago de mis conflictos y me desahogo. Al llegar la tarde comenzaron a aflorar recuerdos tristes y rompí a llorar con desconsuelo. Hoy se lo he vuelto a contar a más gente y he decidido escribirlo aquí, para rematar. Ahora mismo me siento como aquella vez que una amiga me dijo que se había morreado con el chico que a mí me gustaba y con el que yo mantenía una relación platónica. Cuando me lo dijo me quedé estupefacta, sin saber qué sentir ni qué pensar. A medida que pasaba el tiempo la consideré una hijaputa, alguien que no respetaba nuestra relación de amistad ni mi ingenuidad para creer en los sentimientos del ser humano. 
Con esta persona me ocurre lo mismo. Tengo muchas ganas de perder mi relación laboral con ella y si Dios quiere pronto va a ocurrir tan maravilloso acontecimiento

martes, 1 de mayo de 2012

Andador


Tengo a mi amiga que me dice que yo exagero mi minusvalía y me aprovecho de ello, pero que vaya con un andador para superar mi miedo a caerme y a resbalar con la lluvia, tal vez para acabar de verme vieja e inválida. Ella lo utilizó una temporada en que las piernas se le paralizaron y le sirvió, pues muy bien, mona, te alabo el gusto por los andadores, pero yo no quiero un andador, póntelo tú donde te quede bien, por ejemplo en tus dientes de mula parda que es donde tú necesitas andador. Yo no me imagino con un andador, que cuando se lo conté a mi amigo Carlos -el que encuentro en las cafeterías y que me da consejos de coach- me dijo que para nada me hacía falta un andador, que yo manejaba muy bien con mi muleta, con mi bastón inglés, para decirlo más fino, desde que me lo dijo Carlos estoy que trino, pues estaba dispuesta a comprar uno con tal de que mi amiga callara y me dejara tranquila, claro que ella no entiende para nada el que sus soluciones no son las mismas para ella que para mí. Supongo que ella no pensaba quedarse siempre en esa situación. A mí me dijeron que si a esta edad empiezo con el andador ya me estoy condenando a depender de él, que eso debo dejarlo para más tarde. Yo no me imagino con un andador, veo a las turistas extranjeras casi centenarias subir a los autobuses de Málaga a donde yo iba a ver a mi amante, sí, ellas subían despampanantes, con sus arrugas y sus carnes colgantes, pero con ese espíritu indomable de mujeres fuertes que sujetaban el esqueleto con un andador porque su espíritu es tan fuerte que no hay quien las pare y el espíritu necesita el sol, llevan años viviendo en las tinieblas, en lo oscuro, en Escandinavia, al lado de vampiros y de hombres muertos, ellas, con su espíritu joven, ellas, que como dice Jodorowsky: “Yo antes era un cuerpo que tenía un espíritu y ahora soy un espíritu que tiene un cuerpo”, refiriéndose a que el cuerpo envejece, pero el alma no.
Mi amiga quiere verme vieja -no sé el motivo, ya que si me viera joven tendría un magnífico espejo en el que mirarse- con un andador y yo voy tiesa con mis muletas, con mi espalda recta, con mi orgullo de hembra, con mi estima bien alta, la tengo en la coronilla, la estima. Mi espíritu quiere hasta salir de mi cuerpo y ponerse a volar, estaba en una cárcel de oro, estaba dispuesta a comprarme un andador para que ella se callara, para complacerla, para que ella se sintiera bien, para que su manipuladora interior se alimentara de mi autoestima y me la anulara, pero no, mihija, ya no, ¿un andadorrrrrr?, ¡anda, niña, póntelo tú en el cerebro, por decirlo de una forma suave!. Si quieres puedes elegir el lugar donde lo quieres poner, así te haces una maquetita de andador y te la colocas a modo de prendedor o de sortija o de gomero para tu pelo de potra salvaje.
¡Ni a mi madre -cuando tenía 78 años- le recomendaban caminar con un andador!. Me dijeron que creaba dependencia

lunes, 23 de enero de 2012

Hoy comienzo a escribir este blog. No sé lo que lo utilizaré, ya que lo quiero para escribir de una forma anónima, sobre cosas que me pasan por la cabeza y que me cuesta contar de una manera pública. Me gusta pensar que esto es anónimo, ya que ya dispongo de un blog en el que también expreso sentimientos.
Bueno, todo se andará y me doy la bienvenida esperando que me sirva de consuelo